Las primeras escaramuzas de Syriza
En los últimos días de febrero se debía llegar a un acuerdo entre el gobierno griego conducido por Syriza y la Troika. Después del 28 de febrero, finalizaba la ayuda del BCE a los bancos griegos y según el establishment seguía el apocalipsis. El gobierno de Syriza había solicitado cuatro meses de extensión del préstamo, mientras que la condición que exigía la Troika era que Grecia proporcionará una lista de medidas (al día de hoy la deuda representa el 175,4% del PIB y el objetivo que se le impone es reducirla al 120% para 2020) que convencieran a los prestamistas internacionales, representados por los ministros de finanzas en Bruselas.
Las negociaciones formales comenzaron con Pierre Moscovici (comisario de la UE para asuntos económicos y financieros), quien presentó a Varoufakis un borrador de comunicado que permitía a Grecia solicitar una extensión de su acuerdo de préstamo. El vicecanciller alemán Sigmar Gabriel también se pronuncio a favor. Pero finalmente, el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble, la rechazo. Esto evidencia fuertes disputas entre la Troika, los ministros de finanzas (que juegan el papel de lobistas de los bancos) y una interna en el gobierno alemán. Esto termino provocando que la Canciller Angela Merkel llamara a Alexis Tsipras y cambiara el tono de las negociaciones. Más allá de las disputas, también es cierto, que distintos analistas plantean que Merkel no querría ser la líder responsable de la fragmentación de Europa. De hecho, el mismísimo Obama la habría llamado para que moderara entre las distintas posiciones.
¿Por qué el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble rechazo la carta griega? Porque es el claro representante de los bancos que quieren dar un escarmiento al pueblo griego, que sirva a la vez de ejemplo para España, Portugal, Irlanda e Italia. En la carta del gobierno griego[1], Varoufakis sugirió equilibrar el presupuesto yendo en contra de los intereses de la “oligarquía griega", recaudando sus impuestos atrasados, desbaratando el contrabando ilegal de combustibles y desarticulando redes de propietarios de bienes raíces que han eludido al fisco. Esta medida se basa en la llamada lista Lagarde [por Christine Lagarde, presidenta del FMI] que fue facilitada a los partidos políticos de todos los evasores fiscales griegos con cuentas en bancos suizos. Esto enfureció a los bancos, porque se oponen a que el presupuesto se equilibre cargando de impuestos a los ricos.
Por ello, no deberíamos confundirnos pensando que es un conflicto entre Alemania y Grecia. Como bien señala Michael Hudson: “…lo que está en curso es una Guerra de clases. No se trata tanto de Alemania contra Grecia, cuanto de una verdadera guerra de los bancos contra el mundo del trabajo".
Lo que quieren los bancos es sacar ese dinero del mundo del trabajo, y dejar que los evasores fiscales y los multimillonarios griegos sigan robando dinero de las arcas públicas griegas. En este mismo sentido se pronuncia Alejandro Nadal: “Hoy la clase trabajadora en Europa se enfrenta a un escenario desfavorable: los bancos alemanes, franceses, holandeses e ingleses tienen grandes necesidades de recapitalización y ello necesitará de apoyo público, es decir, de una masiva transferencia de recursos de las clases medias y trabajadoras del continente hacia el sector financiero". Más allá de esta escaramuza, esta es la verdadera batalla que se está desarrollando y Grecia no puede darla sola.
[1] Algunas de la reformas que se proponen son: La reforma del IVA, cupones para alimentos, una renta básica garantizada los empleados de entre 50 y 65 años, lucha contra el contrabando de combustible y de productos de tabaco, combatir la evasión fiscal de los sectores de altos ingresos, evitar la ejecución de residencias de hogares por debajo de cierto umbral de ingresos. Hasta aca, medidas que podemos considerar progresivas, sin embargo vann acompañadas de otras como: se comprometen a no retrotraer las privatizaciones finalizadas, reformar la legislación del mercado de trabajo, ampliar y desarrollar el esquema existente que proporciona empleo temporal para los desempleados, cambios salariales en relación a la evolución de la productividad y la competitividad y asegurarse de que la lucha contra la crisis humanitaria no tenga ningún efecto fiscal negativo.